...
Me sentí frustrada viéndome a mí misma desarmada,
escondida en un rincón y rogando por que todo acabara.
Escuchaba el silencio, atemorizante y abrumador,
era como dejar libre la imaginación,
una ráfaga tan potente de creatividad que consumía hasta los pensamientos más lógicos.
Me sumía en un mundo propio, lleno de angustia y desesperación por volver al real.
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