El punto de quiebre
A veces no sabes que tan desgastado estás hasta que rompes a llorar o te quiebras ante una situación cotidiana con solución que simplemente te ha llevado al límite de todo lo que has estado conteniendo.
Cuando pasa sientes que todo en tu interior se retuerce y te revuele el estómago y la cabeza, como si no fueses capaz de pensar en nada más que en aquello que te hizo reventar y te frustra porque es algo que parece tan mínimo y tan simple que solo puedes reprocharte por ceder, o por no terminar lo que estabas haciendo, o tal vez por enloquecer.
Pero luego de quebrarte caes en lo profundo de tí mismo y terminas rodeado de tus pensamientos que con las voces más desesperadas llaman tu nombre y te recuerdan todo lo que has querido olvidar, todo lo que has deseado ignorar para seguir con tu vida.
Y eso a veces está bien, porque ser funcional requiere mucha energía y a veces no nos queda de otra más que seguir, pero otras veces esta mal, porque lo enterramos tan profundo que no nos permitimos respirar aferrándonos a una mentira rígida que pretende decir que todo esta bien, que estamos bien.
Pero está bien estar mal y por eso no podemos mantenerlo ahí por tanto tiempo, porque en algun punto el rincón donde entierras todo se llena y todo se sale de control, no puedes ser capaz de detener los pensamientos, ni las lagrimas, ni el enojo, ni mucho menos las ganas de tirar todo el esfuerzo por la borda...
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